Las dos flechas
Casi siempre me veo tentado a esperar ese momento — que siempre parece estar a la vuelta de la esquina — en el que mi vida finalmente será el oasis tranquilo, creativo, ordenado y equilibrado que siempre imaginé. Es un lugar donde no es necesario andar lidiando con las personas, los contratos, los impuestos, la inflación, y toda la infinita cantidad de problemas de la vida. Es un lugar donde no me fastidio por hablar con representantes de servicio al cliente, la casa está limpia, los vidrios no tienen huellas, no tengo dolores, y tengo tiempo para escribir, leer, jugar al golf, ir a la plaza con Felipe y practicar algo nuevo; yo qué sé. Sorprendentemente, ni siquiera haber atravesado una pandemia global logró quitarme una idea obvia: no importa lo que haga, ese día nunca llegará. En verdad, me avergüenza lo frecuentemente que me permito sumergirme en la infantilidad de esa creencia. Cuántas veces resisto esta realidad inamovible tratando de superarla y organizarme mejor que lo qu...