El filtro burbuja
Si alguien por error estuviera mirando mis muros en Facebook, Twitter, Instagram y otros, quizás se sorprenda de que la mayoría de mis amigos virtuales sean “progres”. Durante los períodos electorales la mayor parte de la gente que vierte sus opiniones en mis muros sociales está fuertemente a favor del peronismo. Las campañas propagandísticas, los comentarios, los memes y las denuncias están mayoritariamente en contra del gobierno de Mauricio Macri. Y yo me pregunto ¿cómo es posible que no conozca a casi nadie que prefiera a la corporación Cambiemos?. Si no fuera por algunos parientes o amigos muy cercanos, tengo que ponerme especialmente a buscar opiniones de “ese lado” para enterarme quizás un poco acerca de su forma de pensar.
Obviamente me gustan las inversiones, las criptomonedas y los negocios creativos. No me gusta el fútbol, no me gusta la política internacional ni me interesan las mascotas extraviadas (es decir, no ando por la vida buscando dueños de perros perdidos). Pues ¿cómo es posible que en mis redes no vea nada de perritos, ni de fútbol, ni del Brexit, y sí vea constantemente noticias sobre Bitcoin, el Merval y toda cuanta Fintech ande dando vueltas por ahí?
He sido testigo de un sentimiento muy similar en los últimos días con mis amigos chilenos, que en su inmensa mayoría apoyaban a los partidos de centro izquierda. Mi línea de tiempo es, sin dudas, un mar de puteadas contra la administración de Sebastián Piñera. Pero siendo Piñera el presidente, el que sacó la gran mayoría de los votos, ¿cómo es posible que en mis muros vea a tan poca gente que lo haya votado?
La respuesta a estas preguntas es lo que Eli Pariser llama el filtro burbuja. La web que navegamos se adapta cada vez más a nuestras necesidades y gustos, filtra todo lo que no nos interesa, y no tenemos ninguna conexión con ideas que desafíen nuestras ideas preconcebidas. Las redes sociales como Facebook e Instagram fomentan un entorno regido por la relevancia, porque más clics significan más dinero, y por lo tanto nos alimentan con cosas en las que es probable hagamos clic. Además, este fenómeno se ve potenciado por nuestras propias prácticas, seguimos a personas que comparten nuestros valores, por lo que somos cómplices en la creación de las burbujas donde todos compartimos nuestra opinión. A menudo leo cómo la gente se aprovecha de un evento controversial para "limpiar sus timelines" y empezar a bloquear, desproteger e ignorar a los que tienen puntos de vista odiosos. La grieta política en Argentina ha hecho estragos en este sentido y, claramente, yo también purifico mis muros cada vez que me hacen hervir la sangre.
Lo malo es que terminamos sumergidos en un entorno web en el que todo el mundo comparte nuestra opinión, y nuestros memes cuidadosamente elaborados son simplemente un ejercicio de canto a coro. Cualquiera que no estuviera de acuerdo con esos puntos de vista ya habría sido eliminado y silenciado, o al revés.
¿Qué tienen de malo los filtros burbuja? A la mayoría de la gente le gusta compartir pensamientos en común, y (porque) no estar de acuerdo requiere mucha energía. El problema es que terminamos creyendo que la mayoría de la gente de "pensamiento correcto" está de acuerdo con nosotros, y que cualquiera que no comparta nuestras opiniones religiosas / políticas / sociales no merece ser escuchado, y fácilmente descartamos los puntos de vista disidentes porque son rápidamente filtrados. Además, los que están en el otro extremo de nuestro espectro están atrapados en las mismas burbujas y, en palabras del autor del libro, comienza a tener lugar un “proceso de confirmación y refuerzo”. Así tenemos a la gente que vota a Lavagna porque "no conozco a nadie votando a Espert". Tenemos partidarios de Juntos por el Cambio que creen en hordas de chorros corruptos narcoprofesores. Y votantes de F.F que agreden con vehemencia a los “globoludos” por el simple hecho de pensar distinto. Hay grupos y subgrupos. De fans y detractores (odiadores).
Cada vez hay más minorías racistas online. Nosotros, los grupos de Rogelios que odiamos a los Nadalienses. Las páginas de sureños contra los norteños, los grupos de horizontales contra los verticales y así sucesivamente. De otra manera ¿cómo es posible que se haya dado el surgimiento de las teorías Terraplanistas? Esto puede explicarse por los filtros burbuja; tribus en línea de comunidades que se refuerzan a sí mismas, en las que los participantes confirman sus propias ideas preconcebidas, aun cuando se trate de real pelotudeces como esa… Recomiendo leer y escuchar a Santi Bilinkis que sobre estos temas la tiene atada al tobillo.
Y encima las cosas están empeorando. Como advirtió Pariser en este libro que mucho recomiendo, los medios sociales están predispuestos a alimentar el contenido basado en las cosas a las que le damos clic. La investigación de las teorías conspirativas ha encontrado que la desinformación en línea tiende a propagarse rápidamente gracias a las cámaras de eco que consisten en la interacción de los medios de comunicación social, donde todos los participantes refuerzan la desinformación. Por ejemplo, si hicieras clic en un artículo sobre el enfriamiento global en Facebook, estarás totalmente permeable a un mundo de rastros químicos, anti-vacunación, Illuminatis y astronautas guerrilleros.
Para mí, no hay otra solución que ser consciente del fenómeno. El primer paso es entender que la mayoría de nuestras interacciones sociales políticas probablemente nunca serán vistas por alguien que se oponga a esos puntos de vista. No puteemos al pedo. Y por el otro lado, obviamente, no descuidemos que más allá de lo que la red nos muestre, hay un sinnúmero de opiniones contrastadas con las nuestras que bien valdría la pena conocer, y por lo tanto abrir un poco el juego quizás tenga tanto o mayor mérito que sólo leer lo que nos ponen por delante (aplica también a usar mejor el control remoto).
Quizás un buen lugar para empezar es visitar nuevos campos de batalla. Tengo que admitir que durante muchos años me sentí atraído por áreas de Internet que desafían mis creencias. En muchas ocasiones participé en foros o grupos sobre escepticismo y religión, y los lugares que me gustaban eran aquellos en los que podía enojarme con personas que tenían opiniones diferentes. Desafortunadamente, muchos de estos sitios ya no existen, o se volvieron mansos. Por suerte ahora inventaron el Like y el Dislike, o las caritas gesticuladas que permiten expresarte sin tener que ofender a nadie... Y también están los moderadores, una especie de jueces del firmamento que bloquean o expulsan a quienes no comparten los puntos de vista de la mayoría.
Pero digan lo que digan y lean a quien lean una cosa tengo clara: la única persona que puede reventar el filtro burbuja es uno mismo. ¡¡¡kapum!!!
Obviamente me gustan las inversiones, las criptomonedas y los negocios creativos. No me gusta el fútbol, no me gusta la política internacional ni me interesan las mascotas extraviadas (es decir, no ando por la vida buscando dueños de perros perdidos). Pues ¿cómo es posible que en mis redes no vea nada de perritos, ni de fútbol, ni del Brexit, y sí vea constantemente noticias sobre Bitcoin, el Merval y toda cuanta Fintech ande dando vueltas por ahí?
He sido testigo de un sentimiento muy similar en los últimos días con mis amigos chilenos, que en su inmensa mayoría apoyaban a los partidos de centro izquierda. Mi línea de tiempo es, sin dudas, un mar de puteadas contra la administración de Sebastián Piñera. Pero siendo Piñera el presidente, el que sacó la gran mayoría de los votos, ¿cómo es posible que en mis muros vea a tan poca gente que lo haya votado?
La respuesta a estas preguntas es lo que Eli Pariser llama el filtro burbuja. La web que navegamos se adapta cada vez más a nuestras necesidades y gustos, filtra todo lo que no nos interesa, y no tenemos ninguna conexión con ideas que desafíen nuestras ideas preconcebidas. Las redes sociales como Facebook e Instagram fomentan un entorno regido por la relevancia, porque más clics significan más dinero, y por lo tanto nos alimentan con cosas en las que es probable hagamos clic. Además, este fenómeno se ve potenciado por nuestras propias prácticas, seguimos a personas que comparten nuestros valores, por lo que somos cómplices en la creación de las burbujas donde todos compartimos nuestra opinión. A menudo leo cómo la gente se aprovecha de un evento controversial para "limpiar sus timelines" y empezar a bloquear, desproteger e ignorar a los que tienen puntos de vista odiosos. La grieta política en Argentina ha hecho estragos en este sentido y, claramente, yo también purifico mis muros cada vez que me hacen hervir la sangre.
Lo malo es que terminamos sumergidos en un entorno web en el que todo el mundo comparte nuestra opinión, y nuestros memes cuidadosamente elaborados son simplemente un ejercicio de canto a coro. Cualquiera que no estuviera de acuerdo con esos puntos de vista ya habría sido eliminado y silenciado, o al revés.
¿Qué tienen de malo los filtros burbuja? A la mayoría de la gente le gusta compartir pensamientos en común, y (porque) no estar de acuerdo requiere mucha energía. El problema es que terminamos creyendo que la mayoría de la gente de "pensamiento correcto" está de acuerdo con nosotros, y que cualquiera que no comparta nuestras opiniones religiosas / políticas / sociales no merece ser escuchado, y fácilmente descartamos los puntos de vista disidentes porque son rápidamente filtrados. Además, los que están en el otro extremo de nuestro espectro están atrapados en las mismas burbujas y, en palabras del autor del libro, comienza a tener lugar un “proceso de confirmación y refuerzo”. Así tenemos a la gente que vota a Lavagna porque "no conozco a nadie votando a Espert". Tenemos partidarios de Juntos por el Cambio que creen en hordas de chorros corruptos narcoprofesores. Y votantes de F.F que agreden con vehemencia a los “globoludos” por el simple hecho de pensar distinto. Hay grupos y subgrupos. De fans y detractores (odiadores).
Cada vez hay más minorías racistas online. Nosotros, los grupos de Rogelios que odiamos a los Nadalienses. Las páginas de sureños contra los norteños, los grupos de horizontales contra los verticales y así sucesivamente. De otra manera ¿cómo es posible que se haya dado el surgimiento de las teorías Terraplanistas? Esto puede explicarse por los filtros burbuja; tribus en línea de comunidades que se refuerzan a sí mismas, en las que los participantes confirman sus propias ideas preconcebidas, aun cuando se trate de real pelotudeces como esa… Recomiendo leer y escuchar a Santi Bilinkis que sobre estos temas la tiene atada al tobillo.
Y encima las cosas están empeorando. Como advirtió Pariser en este libro que mucho recomiendo, los medios sociales están predispuestos a alimentar el contenido basado en las cosas a las que le damos clic. La investigación de las teorías conspirativas ha encontrado que la desinformación en línea tiende a propagarse rápidamente gracias a las cámaras de eco que consisten en la interacción de los medios de comunicación social, donde todos los participantes refuerzan la desinformación. Por ejemplo, si hicieras clic en un artículo sobre el enfriamiento global en Facebook, estarás totalmente permeable a un mundo de rastros químicos, anti-vacunación, Illuminatis y astronautas guerrilleros.
Para mí, no hay otra solución que ser consciente del fenómeno. El primer paso es entender que la mayoría de nuestras interacciones sociales políticas probablemente nunca serán vistas por alguien que se oponga a esos puntos de vista. No puteemos al pedo. Y por el otro lado, obviamente, no descuidemos que más allá de lo que la red nos muestre, hay un sinnúmero de opiniones contrastadas con las nuestras que bien valdría la pena conocer, y por lo tanto abrir un poco el juego quizás tenga tanto o mayor mérito que sólo leer lo que nos ponen por delante (aplica también a usar mejor el control remoto).
Quizás un buen lugar para empezar es visitar nuevos campos de batalla. Tengo que admitir que durante muchos años me sentí atraído por áreas de Internet que desafían mis creencias. En muchas ocasiones participé en foros o grupos sobre escepticismo y religión, y los lugares que me gustaban eran aquellos en los que podía enojarme con personas que tenían opiniones diferentes. Desafortunadamente, muchos de estos sitios ya no existen, o se volvieron mansos. Por suerte ahora inventaron el Like y el Dislike, o las caritas gesticuladas que permiten expresarte sin tener que ofender a nadie... Y también están los moderadores, una especie de jueces del firmamento que bloquean o expulsan a quienes no comparten los puntos de vista de la mayoría.
Pero digan lo que digan y lean a quien lean una cosa tengo clara: la única persona que puede reventar el filtro burbuja es uno mismo. ¡¡¡kapum!!!