Ideas para asegurarse el éxito
¿Te pasó alguna vez que llamás a alguien por un tema simple y cortito y terminás hablando largo y tendido? Es que cuando hablamos en voz alta se generan nuevas conexiones mentales que te van llevando a hilvanar nuevos temas que no estaban siquiera pre-pensados. Es como si el pensamiento fuera algo abstracto por naturaleza, pero al hablar, incluso con uno mismo, se activan más asociaciones y el campo de ideas se va expandiendo. Al final, el lenguaje —hablado o escrito— nos estimula y ayuda a conectar pensamientos, y de esa sinapsis salen nuevas ideas, inspiraciones que quizá no hubieran aparecido estando en silencio.
Lo que estoy diciendo ahora surgió solo porque estaba al pedo y me acordé de cómo disfruto de escribir por escribir; de empezar a toquetear el teclado sin rumbo e ir descubriendo lo que internamente tenía ganas de decir. En psicología se sabe que el lenguaje y el pensamiento se construyen juntos; pensamos con los signos y símbolos del lenguaje que usamos, en el idioma que aprendimos, y esto va moldeando nuestro pensamiento. Me encanta ver chinitos de 2 o 3 años, por ejemplo, haciendo sonidos extraños con su voz para comunicarse con sus padres. Y son extraños porque no entiendo el mandarín, pero en verdad están hablando en su idioma y se están comunicando, aceptando tácitamente que ese lenguaje está dando forma a su futura manera de ver y entender el mundo.
Ya lo dije mil veces pero el hecho de escribir, a mí me sirve un montón para desbloquear la creatividad: cuando quiero resolver algo o generar ideas escribo un par de renglones en alguna agenda o en este blog. A algunos les da por hablar solos. Al hablar solo, vos mismo sos ese "otro" que te provoca nuevas asociaciones. Al final, el pensamiento solitario puede ser bastante abstracto y denso, entonces desarrollar las ideas requiere que las saques al mundo, en palabras o en papel.
Sin ir más lejos, cuando abrí la notebook tenía pensado escribir sobre el éxito, así que esta introducción la voy a dejar porque me sirve de ejemplo de cómo uno tiene distintas ideas del éxito y con el correr del tiempo se va por las ramas y esa idea de éxito se transforma totalmente. ¿No les pasa?
Recuerdo una historia que leí, en la que una mujer en una terapia de grupo contaba que había alcanzado todo lo que deseaba —estatus, dinero, se casó con alguien exitoso—, pero al mirar atrás, sentía que no era lo que esperaba.
Desde el siglo XX, especialmente en Occidente, se puso al individuo en el centro de todo, casi con la idea de que uno es autosuficiente y de que "todo depende de vos". Vemos la noción de mérito en todas partes, esa idea de que el esfuerzo personal basta para lograr lo que quieras. Pero pensar en el individuo como algo separado de su ambiente es un poco absurdo; nadie es sin un contexto, y el ambiente es una parte esencial de lo que somos.
Así que, hablando de éxito: ¿qué parámetros usamos para medirlo? ¿Son reales o son construcciones sociales? Y si cambiamos de época o contexto, nuestras ideas de éxito también cambian. Por ejemplo, si pensás en los primeros seres humanos, cazadores-recolectores, el éxito se definía por simplemente sobrevivir, así que, visto en esos términos, cualquiera de nosotros podría considerarse ultra exitoso. Incluso hace 200 años, cuando la enorme mayoría vivía con unos poquitos mangos al día, seguramente no existía esta idea de éxito asociado al dinero o la fama en internet. Uno solo desea lo que sabe que es posible.
Ya me perdí.
Ah, como decía, a veces nos ponemos a analizar algo y terminamos hablando de cualquier gilada, pero eso es parte de la naturaleza de los pensamientos. Es fácil perderse, pero también ahí está lo interesante: es en esos desvíos donde aparecen conexiones nuevas y se profundiza en ideas que uno no tenía claras.
Venía diciendo que el deseo de ser exitoso en realidad está moldeado por lo que nos enseñaron a valorar. No estamos queriendo necesariamente ese laburo, esa casa o esa grosa cuenta bancaria, sino la sensación de logro, la satisfacción, el reconocimiento. Pero esto depende del entorno que nos rodea y de los ideales de éxito que tienen los demás!. Entonces, podríamos estar atrapados en una carrera hacia un objetivo que realmente no es nuestro, sino que nos fue sugerido, casi impuesto, por lo que es prestigioso o respetable en el contexto en el que estamos.
Los estándares del éxito van cambiando. Para aquel cazador-recolector, tomarse todo el día para conseguir un pescado para comer esa noche era el éxito en persona, y hoy basta con ir a la pescadería y en 5 minutos ser el capo de la comarca. O lo que hace solo unas décadas era "el sueño" (tener una familia, una casa propia, una carrera para toda la vida), hoy ya no es lo mismo para muchos. Ahora, el éxito para algunos pasa por tener experiencias, viajar, crear algo único o impactar en redes sociales.
Acá, el peligro está en no detenernos a analizar si ese concepto de éxito realmente nos llena o si estamos siguiendo una versión estándar. Porque si nos pasamos la vida persiguiendo una meta sin cuestionarnos si realmente es nuestra o es impuesta, podemos llegar a una situación como la de aquella mujer que obtuvo todo lo que creía que deseaba, solo para darse cuenta al final de que no era lo que la hacía feliz.
Entonces, ¿cuál es el verdadero éxito? Ahí surge otra pregunta, y quizás no hay una única respuesta. Pero lo que sí sabemos es que, como individuos, estamos sujetos a condiciones y contextos que moldean nuestros deseos. Por eso, a veces, lo más importante es entendernos y cuestionarnos continuamente, hacer introspección, y no solo dejarnos llevar por los objetivos de éxito que nos dicta la época o el barrio en el que vivimos.
Por último, muchas veces dije que nada es imposible, y en cierta forma quizás sea verdad. Pero también es cierto que no todo lo que deseamos está en nuestras manos lograr; hay cosas que simplemente no están destinadas para nosotros.
Ahora que empieza a terminar otro año tendemos a imaginar lo que queremos alcanzar el año que viene, como un impulso automático, casi como si estuviera grabado en nuestro ADN.
Propósitos como dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, ir al gimnasio, pasar más tiempo con la familia, viajar o ahorrar, son metas super comunes. Y creo que este enfoque es bastante positivo porque se convierte en la motivación que nos empuja a enfrentar desafíos y nos ayuda a ir mejorando la calidad de vida.
Sin embargo, al final, serás lo que puedas ser, no necesariamente lo que quieras ser. Porque hay factores que no dependen solo de tu voluntad. Si el querer y el poder coinciden, joya, pero no siempre es así. Aun así, creo que vale la pena intentarlo, porque aunque intentarlo no garantiza el éxito, no intentarlo sí garantiza que no lo conseguirás.
La práctica lleva a la maestría, pero ¿siempre es bueno insistir? ¿Qué pasa cuando intentarlo comienza a hacernos daño? Estas preguntas siempre me aparecen cuando hablo de éxito o de perseverancia.
Hagamos lo máximo por aquello que nos haga sentir auténticamente exitosos. Pero si en el camino comenzamos a perder el bienestar, recordemos que todo tiene un costo y te pregunto: ¿Cuánto tenías pensado pagar?
Adieu!