Ideas para lidiar con la ansiedad

 La ansiedad es algo que algunos describen como el miedo enfocado hacia lo desconocido. Aunque esto puede ser cierto, tengo detectados algunos aspectos que pueden servir para desmenuzar esta aflicción que bastante nos molesta a todos.

Advertencia: Este post no debe tomarse como una perspectiva profesional, sino más bien como la confesión de alguien que constantemente se preocupa y piensa demasiado.


¿Entonces qué?

En primer lugar, la ansiedad no se limita simplemente a sentir miedo en momentos específicos; a veces se manifiesta como una falta total de temor. Te lo explico:


Llegás a un punto donde te resulta difícil sentir miedo en situaciones que normalmente considerarías aterradoras. Esta falta de emoción no se refiere a situaciones de peligro inminente, sino a circunstancias hipotéticas, como no estar preparado para un examen final o perder un contrato importante antes de tener la reunión.


Es como que, a pesar de la incertidumbre, sentís cierta indiferencia hacia las consecuencias por tales situaciones. Es una egolatría trucha, porque encima te genera preocupación, ya que en realidad deberías estar sintiendo miedo. A esto lo llamo el "retrocagaso" o miedo hacia atrás, un ciclo que te impide sentir el pánico necesario, ya que un poco de miedo podría serte ser beneficioso.


Esta indiferencia generalmente no te conduce a nada, como si tu intuición te dijera que no tenías motivo para preocuparte. Pero en otros casos, puede resultar en un desastre completo, llevándote a un ciclo continuo de preocupación y autodesprecio.


Otro aspecto es el miedo a lo que podría ser (o no ser).

Y si… (¿y si pasa tal cosa?)



Es similar al miedo a lo desconocido. Esta capa específica de ansiedad se manifiesta en el temor a lo que percibís como posible o imposible.


Imaginate que estás navegando por internet y ves un departamento, un coche o la persona que siempre habías deseado en tus sueños más profundos. De repente, sin motivo aparente, te invade un temor: a que tal vez nunca puedas comprar ese coche, conocer a esa persona especial, comprar esa casa u obtener ese título.


Tu mente comienza a atormentarte con una serie constante de posibilidades: ¿Y si nunca sucede? ¿O qué pasaría si, de alguna manera extraña, sí ocurre? Te encontás atrapado en un ciclo interminable de desesperanza y preocupación por algo que no debería ser motivo de inquietud.


Los "y si" son perjudiciales porque te impiden vivir plenamente, sentir y soltar las cosas, ya que tus reacciones ante los eventos de la vida están basadas en escenarios imaginarios. Me pasó con Felipe, cuando deseaba como loco tener un hijo pero me preocupaba constantemente por si podría ser o no un buen padre. 


¡SÍ! pero…

Otra dimensión del dilema de los "y si" es conseguir realmente aquello que habías deseado durante tanto tiempo. Una sensación de no merecerlo se insinúa lentamente en tu mente, robándote la capacidad de disfrutar lo que lograste: el proverbial síndrome del impostor, pero con un giro.


Constantemente cuestionás la realidad y la perfección de esa única cosa buena que hiciste en tu puta vida, principalmente porque la perseguiste durante tanto tiempo que tenerla al alcance de tu mano se vuelve aterrador. 

Así que, ¡boom! Adivinaste: te da miedo. Temés perderlo, temés que se escape entre tus dedos como la arena y que todo tu esfuerzo haya sido al cuete. Miedo a que quizás nunca vuelva.


Así que te emputecés cuidándolo para no perderlo. Pero, ¿sabés que? Una cosa sobre ser “cuidadoso” es que a veces hacés tantos intentos por soltarlo que ni siquiera te das cuenta.


Bueno pero ¿cómo se rompe este ciclo de vivir constantemente con temor del futuro, de lo que podría o no ser? No lo sé, le preguntaste a la persona equivocada, porque al igual que la mayoría de las personas, yo también busco esas respuestas.


Poder ir por la vida sin preocuparse por hacerlo correctamente, vivir 100% en el presente y dejar que las preocupaciones del futuro queden para el futuro es una bendición que la mayoría de las personas no sabe que posee.


No estoy seguro exactamente de lo que Fyodor Dostoevsky quiso decir con estas palabras, pero no encuentro una forma más apropiada de describir este sentimiento que con esta afirmación:


“Les juro señores, que ser demasiado consciente es una enfermedad, una verdadera y completa enfermedad”.


Adieu!




Posdata: este blog se actualiza los días lunes.


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