Ideas para sacarle la ficha a alguien

 Hace un tiempo empecé a entablar conversaciones con un maestro con quien solo tenía una relación superficial, limitada a los saludos comunes entre colegas. Con el paso del tiempo, y sin llegar a conocernos del todo, nos hicimos bastante amigos, lo que lo llevó a sentirse lo suficientemente cómodo como para intentar describir quién creía que era yo durante una de nuestras charlas.

Aunque sus impresiones no estaban muy alejadas de la realidad (aunque tampoco tan acertadas como él creía), su intento de "descubrirme" y expresármelo de frente me hizo reflexionar.


Me gustaría saber si existe alguna palabra para definir esa sensación que surge cuando te das cuenta de que, al igual que vos, cada persona que pasa por tu vida tiene su propia historia. Que tienen sus luchas diarias, evidentes como la luz del día pero invisibles para los demás. Cada uno lleva consigo su propia narrativa, donde, al igual que en la tuya, cada otra persona es simplemente un personaje más diseñado y puesto por algún director divino sólo para agregarle profundidad a la trama.


Lo más fascinante para mí es que, si uno presta atención, casi siempre es posible al menos intuir el tipo de "ficha" inherente a cada persona. No hablo solo de su apariencia, sino del espíritu que emana de ellos.


Ya sabés, esa sensación que experimentás cuando estás cerca de alguien, ya sea familiar o no; es la sensación que siente una persona ante un "extraño". Es esa sensación de "hay algo en él que no me cierra"; o si no, la sensación de relajación que se experimenta en compañía de un ser querido o de la familia, donde el cerebro libera sustancias químicas que generan alegría, independientemente de los pensamientos o intenciones que tenga la otra persona.


Así que ahora, más que nunca, observo a la gente y me dejo maravillar ante las complejidades que se manifiestan a través de la parte invisible que rodea su cuerpo. Desde las diferencias en sus rostros y movimientos, hasta las sonrisas e imperfecciones, o los ceños fruncidos y las caras de contemplación.


Si te ponés a ver, todo se reduce a esa sensación de "libertad" (o falta de ella) que uno experimenta cerca de ciertas personas.


Siempre fue así para mí, ya que, ya sea que compartamos los mismos valores o no, cualquier sensación o "vibración" que obtengo de una persona puede influir significativamente en mi disposición para continuar interactuando con ella. Tal vez sea menos empático de lo que me gustaría admitir, pero no puedo evitar sentirme cómodo o incómodo con ciertas personas.


Por ejemplo, he estado en compañía de personas que otros consideraban arrogantes, pero nunca me he sentido tan conectado con ellos como con aquellos que se consideraban más humildes. De la misma manera que he tenido contacto con personas "bien" y luego decidí evitarlas en el futuro, no porque fueran caretas o desagradables, sino porque simplemente no me sentía cómodo con su energía.


Al caminar entre las sutiles energías que nos rodean, descubro que la verdadera conexión trasciende las meras etiquetas sociales.


Este relato puede parecer una reflexión sobre la importancia o no de juzgar a un libro por su tapa, pero en realidad es solo una experiencia que tengo ganas de compartir. 


Aunque admito que frecuentemente tengo ideas preconcebidas sobre las personas con las que me cruzo, es así como, irónicamente, puedo separar el trigo de la paja y amoldarme a cualquier nueva situación. Y es que, en el silencioso lenguaje de las vibraciones, me mantengo atento a la profunda belleza de la sorpresa y, porqué no, de la comprensión.


Adieu!

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