¿Ventanilla o pasillo?

 Esta mañana vino a mi mente el día que embarcamos al avión (¿no debiera decirse “enavionamos”?) que hace algunos años nos llevó a conocer Europa. Recuerdo que a los pocos minutos de haberme sentado al lado de la ventanilla ya podría haber dado por concluido todo el viaje. Era tanta la emoción y las ganas de viajar que, te juro, vi pasar la película completa de todo lo que estaba por venir, incluso antes de que el avión comience a carretear.


Es hermoso presenciar esos flashes mentales que te animan a vivir de la manera en que estás deseando vivir. Esta situación me proyecta al vuelo. Ese vuelo que nos transforma, que nos muestra nuevas perspectivas sobre la vida, que nos presenta nuevas personas y nuevos caminos. Podemos volar sin salir del lugar. Podemos volar sin movernos físicamente, de manera literal.


Te lo explico. Hay personas que cambian de ciudad, de trabajo, de pareja, pero no vuelan. Siguen mirando hacia los mismos rincones, atrapados en las mismas ideas, sin estar abiertos a desviarse del camino, sin prestar atención a las personas.


Por otro lado, hay personas que eligen quedarse y se transforman, reaprendiendo en cada nueva estación, como un árbol que sobrevivió al invierno sin desenterrar sus raíces. Volar es algo del alma, tiene que ver con la forma en que elegimos recorrer la vida y cómo cultivamos nuestros encuentros.


Recuerdo a un vecino (Julio) que tiene la misma edad que mi padre y cuando nos conocimos fue como un choque de opuestos. Él trabajó en el mismo lugar durante más de 40 años y había vivido en la misma casa desde el mismísimo día en que nació. Mientras yo ya había vivido en cinco o seis casas diferentes y cambiado de trabajo más de diez. Pero eso no significa que yo vuele y él no.


Julio es una de las personas más voladas que conozco, con una historia de vida increíblemente inspiradora. Mientras él bromeaba diciendo que estaba tomando intensivas lecciones de metamorfosis conmigo, yo estaba aprendiendo a juzgar menos a las personas que eligen rutas diferentes a las mías. Estábamos volando juntos. ¿Ventanilla o pasillo? Cada uno vuela a su manera. El vuelo está dentro de nosotros.


Adieu!

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