Ideas para hacer durar el amor

 El futuro del amor es ayer. Fue sembrado ayer para ser vivido hoy. Es, quizás, una cosecha en dos tiempos. Tiene sudor y palabra. Semillas y gestos. El sol y las manos. Lluvia y consensos. El trabajo del arado, la confianza en la tierra, el fruto esperado y, si la semilla es buena, el placer de compartir. Después, se transforma en ayer otra vez y todo se repite. 

Germina lentamente, pero necesita riego, cuidado y un trato continuo; todo hecho ayer para que pueda crecer hoy.


La próxima semana del amor comienza la semana pasada. 

Cuando estamos descubriendo nuevos caminos podemos llegar a omitir algunas señales, dar giros equivocados o perdernos en las salidas. Pero si la semana pasada construíste posibilidades, aunque sean pequeños andariveles, la próxima semana llegará con fuertes avenidas, transversales, cruces, rotondas y destinos. En ella figurarán las direcciones a las que los valientes asistirán, para que existan más y más semanas. 


El próximo mes viene del mes pasado. El próximo año necesita del año pasado. La vida que viene se alimenta de la vida que pasa y, al pasar, nos transforma. No se trata de un día después del otro, sino de los días que preceden a nuestras transformaciones.


El amor de mañana, de la próxima semana, del próximo mes, de un año completo, de toda una vida, se morirá de hambre si lo dejamos sin el alimento de la presencia, sin la nutrición de la compañía, sin cuidados, demostraciones, explicaciones, renuncias y nuevos comienzos. Esto es lo que sucede cuando no labramos su pasado. 


El amor que perdura es aquel que sucede después de lo bueno, lo malo y lo más o menos. Y también perdura si elegimos cocinar juntos, cambiar la posición del tele y el sofá, limpiar la casa y la heladera y, después de eso, compartir una cerveza exhaustos, entrelazados con todo lo que somos y somos capaces de hacer, incluso un día cualquiera, como por ejemplo mañana. 


Adieu!

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