Ideas para tener otra oportunidad
Como no tengo ni la menor idea de lo que sucede después de la vida, siempre tuve la fantasía de que, un rato antes de dar el último suspiro, alguien (quizás Dios) me va a plantear que tengo dos opciones: una sería agarrar todos los recuerdos, todo lo vivido, todo lo pensado, todo lo amado y todo lo soñado, meter todo eso en un arcón, cerrarlo con llave, y tirar la llave al mar. La otra alternativa sería volver a vivir la vida, quizás con otra forma, en otro entorno distinto, en otra época y además, con la posibilidad infinita de volver a hacerlo acumulando la experiencia.
No juzgo al que elija la primera opción, pero yo, sin dudas, prefiero la segunda.
Hoy en día, cualquiera diría que Friedrich Nietzsche fue un genio, un ganador, después de todo quedó consagrado como uno de los grandes pensadores de la historia. Pero su experiencia de vida mientras la vivía no fue tan así: abandonó la academia para dedicarse a su propia escritura, descubriendo que la mayoría de las personas de su tiempo tenían poco o ningún interés en su trabajo. Tuvo dificultades con las mujeres, con su familia, con el trabajo y con la experiencia misma de la vida. Era malhumorado y gruñón.
Pasó mucho tiempo discutiendo por qué uno debería esforzarse por tener la vida que desea. Pero como también enfrentó muchos desafíos, la práctica lo llevó a hacer algo que positivamente modelaría su capacidad para avanzar: comenzó a “meditar” sobre cómo podría ir esculpiendo su destino. En realidad no meditaba tal como lo hacemos hoy en día; lo que hacía era aislarse por largos tiempos en los Alpes suizos, escribiendo y reflexionando en su profunda soledad.
La pregunta que hacía era: "¿qué pasaría si vivieras esta misma vida una y otra vez en un ciclo interminable?". Eterno retorno, que no es lo mismo que inmortalidad.
Plantearnos esta pregunta sobre nuestras propias vidas, ¿cambiaría el destino que elegimos? ¿Nos permitiría comprender el valor de las luchas? ¿Cambiaría algo? Estos fueron los tipos de preguntas que surgieron a raíz de la pregunta de Nietzsche. El objetivo era liberarse de los arrepentimientos del pasado y ver los errores pasados como mecanismos de aprendizaje para una vida mejor. Dejaríamos de centrarnos en lo que salió mal y aprenderíamos a ver que tanto lo bueno como lo malo tuvieron el papel de moldearnos.
El ejercicio también ayudó al viejo Nietzsche a aceptar que había vivido la vida que eligió. Porque mirándolo en retrospectiva, podía ver que cada resultado era simplemente el resultado de una elección hecha. Y en lugar de enojarse, podía disfrutar de la libertad de poder tomar una decisión en cualquier situación que se le presentara.
Nuestras vidas son probablemente mucho mejores de lo que les hemos dado crédito. Estoy seguro de que todos hemos tomado decisiones equivocadas. También estoy seguro de que a veces se requiere de esas decisiones equivocadas para obtener la sabiduría de tomar decisiones mejores la próxima vez.
El truco entonces sería pensar en qué podés hacer hoy para abrazar tu vida tal como es. Por ejemplo, imaginando que la vivirás una y otra vez, hasta entender que el destino está realmente en tus manos. ¿Podés llegar a imaginar que la vida que estás destinado a revivir una y otra vez puede comenzar a moldearse desde ahora? Agarrá lápiz y papel. Vos sos la autoridad, el autor de tu historia de acá en adelante.
Escribí una vida de la cual estarías orgulloso de vivir una y otra vez.
Adieu!