Entradas

Hasta el fondo

Hoy siento que este momento es el punto más alto de todo lo que viví antes, como si me hubiera estado preparando toda la vida para llegar hasta acá, como dice Maslatón. Me veo parado justo donde tengo que estar, 100% listo para cualquier cosa que venga después. A veces la vida se parece a una carrera. Mirás alrededor y pareciera que algunos van rapidísimo y otros se quedan atrás. Yo también caí muchas veces en la trampa de compararme y pensar que no avanzaba lo suficiente. Pero esa carrera no existe, no hay una única línea de llegada, cada uno tiene su propio recorrido, su propio tiempo y sus propios tropezones. Me ayudó pensarlo como una caminata: algunos apuran el paso para llegar antes, otros prefieren frenar y mirar los árboles y las casas. Al final, todos llegan, pero cada experiencia es distinta. Y lo más importante es aceptar que el ritmo propio también vale, aunque sea más lento o, como el mío, más incierto. La semana pasada, en la feria de desarrolladores me pasó de escuchar a...

El Karma y Dharma

No hace mucho aprendí la diferencia entre el Karma y el Dharma. Aparentemente el dharma es el camino correcto, aquello que, aun en silencio, uno sabe que debe hacer. En cambio el karma no es un castigo ni un premio, sino simplemente el resultado de recorrer o no ese camino. O sea que en la vida, las acciones coherentes con lo que creemos terminan dando frutos, mientras que las que se apartan de ese sentido tarde o temprano muestran su costo. Hoy, al salir de la Expo Real Estate, sentí que esa idea estuvo presente en muchas de las conversaciones y decisiones que escuché… Debe ser la vez número 13 o 14 que participo de esta feria, pero hoy fue una de esas jornadas de las que te quedás con una sensación clara: algo se está moviendo. No es euforia ni promesas vacías, sino un optimismo que se percibe en las miradas y en la manera de hablar de la gente. En una pausa a media tarde conversé con una desarrolladora a la que no veía desde hace tiempo. Me contó que, después de meses de espera, dec...

Seguí participando

  Esta semana que pasó la encaré fuertemente con un plan. Lo había preparado como un nuevo comienzo: mental y emocionalmente, hasta en la forma en que dejé mi escritorio impecable la noche del domingo anterior. Estaba listo. Pero poco después de acomodarme en esa sensación… llegó un mensaje de Whatsapp. Un retraso. Una postergación. Apenas unas pocas palabras, prácticas y neutrales, pero que se sintieron como si me hubieran apretado el botón de pausa justo cuando empezaba a sonar la música. Antes, algo así me hubiera cambiado todo: la energía, la motivación, el humor. Hubiera dejado que el día se me escapara entre los dedos, sólo porque la estructura que sostenía había cambiado. Pero esta vez no. Elegí seguir con propósito, seguir levantándome, respirando, entrando en las mañanas como si algo hermoso todavía estuviera desarrollándose… No había reunión ni fecha límite. Pero igual me presenté para mí. Antes pensaba que la disciplina sólo contaba cuando alguien más podía verla, pero e...

El peso liviano de no querer ser

Hago como que me importa. Lo justo para que no me hagan demasiadas preguntas. Lo suficiente para que nadie mire de cerca. Porque si miraran de verdad, podrían ver las grietas que llevo años tapando: esas partes que estoy demasiado cansado para arreglar, y otras que ni siquiera sé si vale la pena reparar. Es como usar una máscara que encaja lo justo para pasar desapercibido. Ni demasiado ajustada ni demasiado floja. Lo bastante cómoda para que nadie pregunte por qué está ahí… pero lo bastante cerca para sentir cada respiración atrapada adentro. Muchos parecen haber nacido para mostrar a viva voz lo mucho que les importa todo, desde crisis económicas hasta las ruedas de Colapinto, como si eso fuera lo único que importara. Yo miro desde afuera, sin entender de dónde sacan tanta energía, y cómo el mundo premia esa “preocupación”. Yo no la tengo. Nunca la tuve. A veces pienso que soy raro por no sentirme más involucrado, pero la mayor parte del tiempo me alegra no ser de los que gritan para...

El futuro no es nuestro

Pasamos horas, días, semanas, tratando de adivinar lo que va a pasar. Nos llenamos la cabeza de escenarios posibles, creyendo que si pensamos suficiente vamos a tener el control. Pero el futuro es otra cosa, es esquivo, no se deja encerrar. Nos angustia no saber qué va a venir. Nos hace imaginar lo peor: el error, la pérdida, el rechazo. Queremos certezas, y la vida es un culo lleno de preguntas. Me acuerdo como si fuera hoy de un día que rendí un examen de música en la Facultad de Bellas Artes. Lo viví como un penal en la copa del mundo. Venía estudiando sin parar, con esa presión que uno mismo se impone cuando algo le importa demasiado. Sentía que de ese resultado dependía todo: mi camino, mi honor, mi futuro. Y esa noche no pude dormir, literal. "¿Si no apruebo, qué hago? ¿Y si no sirvo para esto?" Spoiler: desaprobé. Pero más allá de eso, el tiempo me mostró que no era tan grave. Que esa situación que viví como una bisagra, terminó siendo apenas una página más dentro de u...

No soy tímido, ahorro batería

Me acuerdo que una vez, durante los primeros años de la facultad, estaba tranquilo en una reunión de amigos hasta que a un loco macanudo se le ocurrió interpelarme: —“¿Y vos? ¿Por qué no hablás un poco más, eh? ¡Salí de ese caparazón!” Yo me reí alevosamente, levanté mi gaseosa y pensé: “Tranqui, genio, estoy bárbaro en mi caparazón, gracias.” Y es que si sos introvertido, seguro alguna vez te dijeron algo así. Como si ser tranquilo o reservado fuera algo que hay que corregir. Pero… ¿y si ser introvertido fuera, en realidad, una ventaja? Seamos honestos: los introvertidos somos los héroes del silencio. Podemos estar horas solos sin volvernos locos, o quizás acompañados, pero sin la más mínima necesidad de intercambiar nada con aquellos. Observamos todo lo que pasa alrededor sin sentir la presión de meter un bocadillo todo el tiempo. Y lo mejor, recargamos las baterías leyendo un libro, acomodando estampillas o escuchando música mirando un punto fijo sin que nadie nos hable. Claro que n...