La suma de los demás
Muchos de mis gestos no nacieron conmigo, se me fueron pegando sin darme cuenta. No registramos cuánto de lo que somos está hecho de otros. La forma en que sostengo el mate, por ejemplo, viene de un jefe que tuve hace años, cuyo ritual observaba cada mañana con una atención casi devota. Y esa costumbre de subrayar palabras sueltas y no frases completas nació de mi profe de guion cinematográfico a quien admiré por su velocidad para analizar los textos. Incluso esta risa más libre que tengo ahora viene probablemente del día en que un maestro de la escuelita me mostró que reír fuerte no era exagerado. Y cuando uno se anima, suele liberar a los demás también. No somos del todo nuestros. Somos una mezcla rara de quienes nos amaron, nos hirieron o simplemente caminaron cerca por un tramo. Siempre me acuerdo de una profesora que insistía en que yo podía más. A veces me dan ganas de volver a la facu para contarle que no pude más, pero que igualmente tuve una vida feliz. Tambi...